fbpx

La utopía sobre lo fundamental

¡INFORMACIÓN IMPORTANTE!
Este espacio de comunicación no representa necesariamente la posición del Partido Alianza Verde frente a los temas publicados, por eso, cada publicación cuenta con la foto del autor más un correo de contacto para que envíen su retroalimentación al creador del texto. 
Image

Juan Felipe Cuadros Borda
Consejero Local de Juventud de Usaquén
Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

En Colombia, nuestra sociedad política y humana ha vivido en una constante dicotomía sobre lo prevaleciente como país: la construcción de patria o la construcción de nación; entendiendo fundamentalmente sus diferencias puesto que, respectivamente, se refiere una a la necesidad de generar lazos afectivos y jurídicos entre las personas y el territorio, y la otra habla acerca de fortalecer lo humano y lo cultural.

Sin embargo, bien se refería el pensador y político Álvaro Gómez Hurtado al usar el concepto de llegar a “un acuerdo sobre lo fundamental” y de este modo llegar a un consenso entre la sociedad y las leyes, entendiendo que el primer paso para las bases de este consenso es revalorizar los valores del pueblo y que en su principio definan el ser y el estar de las personas más allá de un territorio geográfico.

Es por esto que el principal reto del nuevo gobierno ejecutivo y legislativo es mediante ese “acuerdo sobre lo fundamental” definir aquella ruta por la cual el colombiano se sienta tan colombiano de tal modo que, lo que hoy vemos como un acto cotidiano parezca inimaginable; en Colombia normalizamos, luego de un largo conflicto, el acabarnos entre nosotros mismos, el poder pasar encima del otro y tomar como principio aquel postulado de Maquiavelo donde “el fin justifica los medios”.

Teniendo esto en cuenta, tenemos que comenzar a desmitificar el concepto de ser nacionalista o ser patriota y empezar a tomar esas mismas riendas que por cientos de años han venido forjando nuestros próceres históricos e independentistas, para que desde la construcción intelectual y moral cambiemos a Colombia desde cada uno de nuestros actos para así tejer lo que hoy representarían unas nuevas bases limpias y sanas para el convivir o como llamaríamos hoy el “vivir sabroso”. Consecuente a esto, es lógico entender que a Colombia no la va a cambiar este, ni el próximo, ni el próximo al próximo presidente, si nosotros no nos ponemos la camiseta y agarramos el azadón para la nueva tarea que se nos ha encargado la historia especialmente a nosotros y nosotras los jóvenes.

Este es el momento en que tenemos que tomar ejemplo y darlo a su vez, tomar esas enseñanzas de nuestros ancestros, de nuestros campesinos que con callos y cicatrices se levantan día a día para el sustento nuestro. Empecemos por valorar y agradecer cada cosa buena que trae nuestro territorio, su diversidad ambiental, por la berraquera de nuestra gente y sobre todo por la riqueza de nuestra cultura. En ese orden, es necesario empezar a construir sobre lo construido y abrir los ojos con optimismo y serenidad.

Es la hora de un cambio y nuestra población lo ha demostrado en las urnas y en la calle, con un voto coherente a sus exigencias, pues recordando así las grandes movilizaciones, sus principales motivos fueron tres: paz, justicia y equidad. Al presidente electo y a nosotros, los jóvenes, somos a quienes nos corresponde llevar las banderas de un pueblo que aún cansado y lleno de impotencia decide caminar hacia una Colombia llena de esperanza, es esa Colombia que desde generaciones atrás llevábamos soñando y que con esta oportunidad de cambio dimos el primer de muchos pasos para el fortalecimiento de la patria y la nación, los componentes suficientes para construir país.

Imprimir