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La educación en el Cesar: una crisis perpetua

Es claro que debe reconocerse que una educación a la que puedan ingresar todas las personas que deseen hacerlo, crea las condiciones para que la gente sea partícipe del desarrollo social y productivo y aquí me gustaría recordar un dicho popular de nuestros padres que dice: “La mejor herencia es la educación.”, entonces ¿qué herencia nos está dejando el Cesar?
 
Hoy lo que tenemos son aulas e infraestructuras arcaicas, que las décadas han dejado en la decrepitud y salta a la vista el dramático hacinamiento, pues hay colegios que fueron construidos para 800 o 1.000 estudiantes y están atendiendo más de 2.000 alumnos. A esta situación se suman las bibliotecas con libros desactualizados, instituciones sin agua, sin electricidad, sin servicio de aseo, ni vigilancia, sin internet o sin equipos de cómputo cuando el mundo requiere de estudiantes hábiles en las artes tecnológicas. Y cómo dejar de lado que algunos docentes usan métodos pedagógicos que no son eficientes o directivos de colegios y de la Universidad Popular del Cesar cuestionados por malos manejos administrativos, y muchas otras dificultades. Difícilmente se puede enseñar o aprender en esas condiciones y, aún menos, lograr posicionar al departamento del Cesar como un territorio líder en educación y cultura.

¿Cuántos García Márquez hemos echado por la borda? ¿Cuántos juglares y poetas no han podido escribir nunca sus líricos párrafos por no haberles enseñado a amar la literatura? ¿Qué tantos científicos, médicos, ingenieros e inventores han quedado en el olvido por esta decadencia educativa? Este modelo educativo castra la creatividad y la innovación, y doblega líderes y emprendedores, pero lo que agrava nuestra situación es el pútrido entorno político, pues la corrupción le ha puesto cadenas a nuestro desarrollo. Podríamos resumir esta situación en la frase de una canción que dice: “Y en las sombras; mueren genios sin saber, de su magia…”

Es común ver todos los años indignantes noticias tituladas como “En la mano, reciben refrigerios niños de Aguachica”, incluso algunas que son inconcebibles como niños que “Reciben sus clases en cambuches por robo a la escuela Alfonso López de Aguachica”, o, a falta de los servicios de vigilancia y aseo, que entrando el quinto mes del año no se han contratado para muchos municipios, “Roban 65 computadores en colegio de Valledupar” e incluso algunos hechos que ponen en riesgo la vida de estudiantes y profesores “Vándalos ingresan a colegio y golpean a docentes y estudiantes en Valledupar” o esta reciente “Salven la Universidad Popular del Cesar” por el déficit de alrededor de 16 mil millones de pesos según le ha informado la oficina de Planeación de la UPC a estudiantes y docentes.

No alcanzamos a dimensionar la magnitud de este gran problema, toda vez que no hay condiciones para aprender cuando se estudia con hambre, inseguridad, sin la pedagogía pertinente, o sin un salón y herramientas educativas adecuadas. Por eso, debemos concentrarnos en la calidad, pues de esta manera se garantiza la permanencia y el interés de los estudiantes en el sistema educativo.

Entonces, ¿es una causa perdida la educación del departamento? ¿acaso nosotros -en especial nuestros dirigentes y líderes- seremos incapaces de despojarnos de nuestros prejuicios y egos para actuar ante esta problemática? ¿Cuándo iniciaremos una gran mesa de diálogo a nivel departamental donde converjan todos los sectores políticos, sociales, docentes, administrativos, padres y madres de familia y estudiantes, entre otros, y que podamos definir una alternativa a esta problemática? La educación necesita reverdecer para que así nuestro territorio, por fin, avance. 
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